Foto de André Kertész, Martinique, 1972.
Chmury es una palabra que se usa en la lengua polaca para nombrar a las nubes. Así titula Wislawa Szymborska este poema que traduzco al español de una versión del inglés de Stanislaw Baranczak y Clare Cavanagh, contenido en Chwila: Moment (2013).
Nubes
Tendría que ser muy rápida
para describir las nubes
una fracción de segundo es suficiente
para que dejen de ser ellas
y comiencen a ser otras.
Su marca registrada:
no repetirse en una sola forma,
sombra, matiz, ni en orden ni medida.
Desposeídas por la memoria,
flotan fácilmente sobre los hechos.
¿De qué podrían dar testimonio
si se dispersan cuando algo sucede?
En comparación con las nubes,
la vida descansa sobre un terreno sólido,
prácticamente permanente, casi eterna.
Junto a las nubes
incluso una piedra parece una hermana,
alguien en quien puedes confiar,
mientras que las nubes
son sólo primas frívolas y lejanas.
Dejan existir a la gente
y luego morir, una tras otra:
poco les importa a las nubes
lo que están haciendo
ahí abajo.
Y así flotan altaneras
cruzan suavemente durante toda tu vida
y la mía, aún incompleta.
No están obligadas a desaparecer cuando nos vayamos
y no tienen que ser vistas mientras navegan.