Foto: Blue Morpho Butterfly, Martin Johnson Heade, 1865.
Todo es don del aire.
—Fabio Morábito
Toda la poesía
aunque sea breve
es de largo aliento
poemas que toman aire
para ejecutar un salto
y precipitarse
al abismo de la voz
pero antes de que eso suceda
una rasposa lengua roja
prueba, selecciona y saborea
las palabras
que quedan bien relamidas
para ser lanzadas
con su punta de látigo
y las palabras se sienten bien
como ligeras, como sopladas
como si el sentido las dotara
de un vértigo indomable
entonces caen al borde
de nuestra conversación
y lo hacen con la esperanza
de que alguien de los dos
las sostenga y las rescate
o se las lleve a su casa
en las manos o en la boca
como el gato de la cuadra
que ha matado un pájaro
pero las palabras hacen lo suyo
saben que si quieren llegar al poema
deben encontrar su máxima forma
y aunque se hayan roto antes
como esas promesas de marzo
sanan y se fortalecen de noche
y les salen patas de araña
y a veces también alas
y trepan en la sombra
para salir por ahí
ellas solas
esas moscas de todos los días
quieren saberse compartidas
o devoradas en la sopa
o en el calor de la sobremesa
entre un pan o una tortilla
o en la fruta podrida
al fervor de una discusión
o brillan como luciérnagas
en una declaración amorosa
o en esos besos ciegos
que dibujan paisajes de saliva
esas palabras quieren ser poema
y por eso a veces posan desnudas
para el insomne
que ya no puede beber
de su vino cálido
y ahí se quedan
suspendidas en el vacío
quietas en el aire
como si miraran
por última vez
nuestro horizonte
antes de caer
y caer
y caer
de nuevo
al silencio.