Por Nancy Hernández García1
(Texto leído durante la presentación de “Defectos nutritivos” en la Casa del poeta “Ramón López Velarde”. Martes 19 de septiembre de 2023, Ciudad de México.)
Desde hace milenios nos ronda la pregunta ¿qué es poesía?, situada junto a preguntas semejantes de corte existencial: ¿qué es la vida?, ¿qué es la muerte? Se ha ganado su lugar como LA PREGUNTA o LA GRAN PREGUNTA, si queremos envolvernos en un halo de intelectualidad y misterio. La respuesta es tan única y múltiple como lo somos los seres humanos que la frecuentamos. “La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”, dijo Federico García Lorca con la razón y la sensibilidad de su lado, pues, el lector de poesía no es como el lector de cuentos o ensayos. El lector de poesía busca verse en el espejo de las palabras, quiere encontrar eso que siente, pero otro describió con la precisión de los rayos x.
Poesía y vida van de la mano. La poesía es el filtro a través del cual uno puede percibir nítidamente la realidad exterior e interior, es el lenguaje para hablar consigo mismo. Estas “definiciones” en las que creo firmemente, acompañaron mi lectura del libro Defectos nutritivos, de mi querido amigo Javier Tinajero. Por supuesto, su escritura me hizo reflexionar en la multiplicidad de sentidos que dispara un verso, una palabra colocada en un sitio distinto al que le corresponde sintácticamente, me detuve frente al asombro de lo cotidiano, ese que dicen los poetas que nunca debemos perder, pues allí está la quintaesencia de la poesía. “Sol distante”, “Verde olor”, “Defectos nutritivos”, “Ayer”, “Temblor de sueño”, me remontaron a la infancia, a un tiempo mejor porque ya se fue, pero permanece en la memoria.
“Defectos nutritivos”, poema que da título al libro, guarda en su interior el amor filial que todos sentimos hacia nuestra madre, heroína de nuestras mañanas escolares, muro infranqueable cuando se trata de proteger a los hijos. “Defectos nutritivos” atesora nuestro paraíso perdido: la infancia, bajo cuya sombra Javier nos coloca citando a Cernuda: “Terminó la niñez y caí en el mundo”.
Amén de la emotividad propia de un libro escrito por un ser humano de corazón ardiente, de este florilegio me fascinó la metapoética. Caí rendida al hechizo de la poesía pensándose a sí misma: “El viejo sueño de Mallarmé”, “Brillar”, “La visita”, “Un error”, “Contenido neto”, “¿Y si fuera?”, “Yo es otro” y “Una casa transparente”, que orgullosamente puedo decir que es un poema que Javier me escribió, son los poemas que disfruté como comiéndome una mandarina, es decir, haciendo el ritual: palpar la redondez del cítrico, llenarse la nariz con su aroma, pelar cuidadosamente la fruta para después embriagarse la boca con cada gajo. Quizás es un vicio de literata deleitarme con poemas que hablan sobre la poesía y la escritura porque creo que alguno me revelará un secreto hasta entonces desconocido; también disfruto de la intertextualidad, vicio adquirido con el estudio de la teoría literaria, lo admito, porque escucho los diálogos entre el poeta y sus poetas predilectos: “Polvo” irremediablemente trajo a Quevedo desde su tumba del Siglo de Oro y al unísono escuché su soneto “Amor constante más allá de la muerte” mientras en el presente leía el poema de Javier. Baste y sirva este ejemplo para invitar a la lectura del libro.
Cuestiones científicas, filosóficas y la historia personal del poeta también aparecen entre los versos de este libro cuya escritura empezó, dice su autor, hace siete años, con un viaje al sur de Chile y terminó con el encierro por la pandemia, demostrando otra de mis férreas creencias: la poesía es un salvavidas y una manera de mantener la cordura cuando todo en este mundo nos encamina al desequilibrio. La poesía es una casa transparente a la que podemos y debemos asomarnos cuando el alma se nos agrieta.
- Nancy Hernández García (1990). Poeta, ensayista, narradora, correctora de estilo, profesora e investigadora. Especialista en la narrativa de José Emilio Pacheco. Licenciada en Letras Hispánicas y maestra en Letras Mexicanas por la Universidad Nacional Autónoma de México, actualmente cursa el Doctorado en Humanidades (línea de Teoría Literaria) en la Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa; de 2011 a 2015 fue colaboradora del proyecto Diccionario de Escritores Mexicanos del Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. En 2018 ganó el primer lugar del Premio Bitácora de Vuelos Ediciones en la categoría de Ensayo con el libro Palabra e imagen en Morirás lejos. Un acercamiento a José Emilio Pacheco y en 2019 obtuvo Mención Honorífica en el 1er Concurso Letras de Volcán con el poema “Credo citadino”. Ha participado en congresos literarios nacionales e internacionales. Ha publicado ensayos, entrevistas y poemas en diversas revistas digitales nacionales y del extranjero, y en el medio impreso “La Jornada Semanal”. Ha impartido cursos sobre literatura mexicana en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM), Centro Cultural Elena Garro, Librería Jorge Cuesta y La Casa de las Escritoras Mexicanas, actualmente es profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Escribió la columna literaria «hojasueltas», de la revista Amarcafé; después de una pausa, continúa con la segunda época de la columna «Malgré tout», de la revista Palabrerías. Es autora del poemario Mi nombre en el agua (Palabrerías, 2020), del cual se prepara una segunda edición ilustrada. ↩︎